En arameo, la lengua hablada por Jesús, Abbá quiere decir mi padre, papi o papito. Es con esta palabra de
cariño y confianza con la que Jesús normalmente se dirigía a su Padre, cuando rezaba.
En el Antiguo Testamento, Dios es llamado Padre en diversas ocasiones (Sal 89, 27; Eclo. 23, 1-4; Is 63, 16; 64, 7; Jer
3, 4); pero nunca con esta misma expresión familiar. Esta novedad se pegó fácilmente: a los primeros cristianos les
gustaba dirigirse al Padre con la misma palabra que Jesús usaba: Rom 8, 15; Gál 4, 6).
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