Si orar significa estar en contacto con la fuente suprema de todo, entonces solo uno fue el maestro en la oración: Jesús. Jesús es el punto hacia el que discurren todas las líneas de las Sagradas Escrituras. Todas las oraciones, alabanzas, peticiones, agradecimientos y lamentos – corren hacia Jesús. Esta recitación de los Salmos que ha durado milenios, este grito interminable en millones de monasterios, iglesias y catedrales - es hablar, gritar, regocijarse en, con, a través de y hacia Jesús, como si todas las aguas que fluyen hacia Dios debieran pasar por este único canal. No hay ningún cristiano que rece sin pasar por Jesús.
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