Os presentamos un programa más de 'Conociendo las Escrituras' presentado por Beatriz Ozores. En este programa Dios enviará a Moisés a Egipto con un mensaje y una petición dirigida al Faraón. El mensaje era éste: "Israel es mi hijo, mi primogénito". En otras palabras, Israel es el hermano mayor de todas las naciones. Israel estará a la cabeza de la alianza. Las otras naciones son como los hijos menores de Dios, los hermanos pequeños de Israel. Dios hará de Israel un modelo de justicia y sabiduría, para que las otras naciones aprendan cómo andar según los caminos del Señor, de igual manera a como hizo con Sem y como hizo con el descendiente de Sem, Abrahán. La petición era simple y razonable: permitir que el pueblo de Israel caminara tres días por el desierto para ofrecer un sacrificio al Señor. Moisés no iba a pedir su libertad, ni siquiera iba a pedirle al faraón que les tratara con menos dureza. Necesitaban simplemente unos días para celebrar una fiesta religiosa. Sin embargo, con esta petición iba también una terrible amenaza: “si te opones a dejarlo salir [a Israel], yo mismo daré muerte a tu hijo primogénito”.
Egipto,dice Dios,también podía ser su hijo,pero con tal de que permitiera que Israel, el primogénito de Dios, fuera a servir al Señor. Así Egipto aprendería a servir a Dios mirando lo que Israel hacía. Israel estaba destinado a ser como un sacerdote. De la misma manera que Adán había sido un sacerdote-rey, Israel estaba llamado a ser una nación de realeza sacerdotal. Dios sabía que el faraón no iba a hacer caso. “El Señor dijo a Moisés: -Cuando llegues de regreso a Egipto ten en cuenta todos los prodigios que he puesto en tu mano y hazlos ante el Faraón. Yo endureceré su corazón y no dejará salir al pueblo” Por esta razón Dios haría recaer su juicio sobre los egipcios.El primogénito de los egipcios moriría e Israel saldría de la esclavitud hacia la tierra prometida. Así pues dos ancianos —Moisés tenía ochenta años y su hermano Aarón ochenta y tres— volvieron a Egipto para enfrentarse al rey más poderoso de la tierra. Más tarde Moisés y Aarón se presentaron al Faraón y le dijeron: -Así dice el Señor, Dios de Israel: “Deja salir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto”. Respondió el Faraón: -¿Quién es el Señor para que tenga que escuchar su voz y dejar salir a Israel? No conozco al Señor, y no pienso dejar salir a Israel. Ellos dijeron: -El Dios de los hebreos se nos ha manifestado y tenemos que hacer una salida de tres días por el desierto y ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios; de lo contrario nos castigará con peste o con espada. El rey de Egipto les replicó: -¿Por qué vosotros, Moisés y Aarón, soliviantáis al pueblo en sus trabajos? Volved a vuestras tareas. Y añadió el Faraón: -Ahora que el pueblo de la tierra es numeroso, ¿queréis interrumpir sus tareas? (Ex 5, 1-5) A juicio del faraón el Señor, es decir YHWH, era sólo el nombre de una deidad de una tribu, de la cual nunca había oído hablar. Si los israelitas tenían suficiente tiempo libre para celebrar fiestas en el desierto, el faraón les daría algo más que hacer. Aquel mismo día el Faraón dio órdenes a los capataces del pueblo y a sus responsables: -No volváis a dar al pueblo paja para los ladrillos como anteriormente; que vayan ellos a buscár- sela; pero les exigiréis la misma cantidad de ladrillos que antes, sin rebajarla; pues son unos holgazanes, y por eso claman diciendo: “Tenemos que ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios”. Que se imponga a esos hombres un trabajo más pesado y que lo hagan; y que no presten atención a palabras engañosas. (Ex 5, 6-9). ¡No te pierdas el programa completo, muy interesante y con el que aprenderás mucho sobre este nuevo capítulo de la historia!
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