Quique Cabrera nace en una familia de profundas raíces comunistas. Tanto su abuelo como su padre fueron dirigentes del Partido Comunista. Quique es educado en un ambiente de ateísmo. A los 20 años, gracias a un amigo pagano y descreído como él, que hacía año y medio que se había encontrado con Cristo, comienza su camino de conversión.
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